-¿Matarme? No, lo siento, vas a dejar que acabe. He venido para darme ese capricho. Yo adoro los sueños de mis amigos: ¡fervientes, juveniles, palpitantes de sed de vivir! «Ha surgido gente nueva -pensaste la pasada primavera, cuando te disponías a venir aquí- que propone destruirlo todo y recomenzar por la antropofagia. ¡Idiotas, si me hubieran preguntado antes! En mi opinión, no hay necesidad de destruir nada, solo hace falta quitarle de la cabeza a la humanidad la idea de Dios, ¡es por ahí por donde hay que ponerse manos a la obra! Hay que empezar por ahí, por ahí, ¡oh, ciegos, que nada comprenden! En cuanto la humanidad haya renunciado a Dios (y creo que, al igual que las eras geológicas, esta era llegará),el viejo modo de entender el mundo y, sobre todo, la antigua moral se derrumbarán por sí solos, sin antropofagia que valga, y todo se renovará. Los seres humanos se unirán para exprimir de la vida cuanto esta pueda dar, pero, por supuesto, solo para lograr la felicidad y la alegría en este mundo. El hombre se henchirá con el espíritu de un divino, titánico orgullo, y surgirá el hombre-dios. El hombre, con su voluntad y su ciencia ya sin constreñir, venciendo a cada hora a la naturaleza, experimentará a partir de entonces y a cada hora un placer tan sublime que este reemplazará a todas sus antiguas esperanzas en las recompensas celestiales. Cada uno se sabrá mortal en cuerpo y alma, sin resurrección posible, y aceptará la muerte orgullosa y tranquilamente, como un dios. Con orgullo comprenderá que no debe quejarse de la fugacidad de la existencia, y amará a su prójimo sim esperar nada a cambio. El amor durará solo que lo dura la vida, pero la simple conciencia de su brevedad hará más poderoso el fuego, en tanto en cuanto anteriormente se dispersaba en las esperanzas de un amor más allá de la muerte….» Bueno, y así seguía en estea linea. ¡Precioso! -Iván estaba sentado, tapándose los oídos con las manos y mirando al suelo; todo el cuerpo empezó a temblarle. La voz continuó-: «La cuestión -caviló mi joven pensador- es si es posible que semejante era llegue o no alguna vez. Si llega, entonces todo quedará resuelto y la humanidad prosperará al fin. Pero, como quiera que, dada la contumacia de la estupidez humana esto puede no producirse ni en mil año, todo aquel que ahora ya tenga conciencia de la vedad esta en su derecho de vivir como le plazca con arreglo a los nuevos principios. En este sentido, para él "todo está permitido". Es más: puesto que, en cualquier caso, Dios y la inmortalidad no existen, incluso aunque nunca llegara esa era, nada impide al nuevo hombre convertirse en hombre-dios, aunque sea el único en hacerlo en todo el mundo, y por supuesto, desde este nuevo rango, saltar alegremente por encima de caulquier antiguo obstáculo moral del antiguo hombre-esclavo, si le es preciso. ¡Para Dios, la ley no existe! ¡Allá donde está Dios ese lugar es divino! Donde esté yo, ese será al instante el lugar principal..."Todo está permitido", ¡y sanseacabó!