
18/10/2022
Nuria Labari: EL ÚLTIMO HOMBRE BLANCO (Edita Penguin Random House, 2022)
"Está terminantemente prohibido hablar de asuntos personales con los compañeros, porque ese robatiempo no tiene fin y es un mal ejemplo para el grupo. El coach me explica que debo liderar con el ejemplo, por eso agradezco que esta charla sobre el cáncer con la directora general se esté desarrollando a puerta cerrada, puesto que así nadie nos ve hablar de asuntos personales durante la jornada laboral.
Mi compañera sigue sentada frente a mí y ha empezado a llorar en silencio. Veo que una lágrima brillante resbala por su rostro. Tiene el poco pelo que le queda recogido en una coleta, y se ha dado cuenta de que no puede volver así a la oficina ni un día más. No es que tenga poco pelo, es que además tiene demasiadas calvas perfectamente visibles y los escasos mechones que sobreviven están sucios. Es evidente que la próxima vez que se lave el pelo será la definitiva: los últimos restos caerán sobre el plato de ducha como una rendición. Por eso debe ocultarse, sabe que su debilidad no es algo que pueda mostrar. Ella, igual que yo, forma parte del antiguo sexo débil, de esa ofensa para el género y el desarrollo profesional, esa ofensa que estamos intentando eliminar entre todos. La debilidad debe morir; al menos en el trabajo, donde debe imperar la igualitaria selección natural entre los fuertes. Eso es lo justo y lo bueno".
Mi compañera sigue sentada frente a mí y ha empezado a llorar en silencio. Veo que una lágrima brillante resbala por su rostro. Tiene el poco pelo que le queda recogido en una coleta, y se ha dado cuenta de que no puede volver así a la oficina ni un día más. No es que tenga poco pelo, es que además tiene demasiadas calvas perfectamente visibles y los escasos mechones que sobreviven están sucios. Es evidente que la próxima vez que se lave el pelo será la definitiva: los últimos restos caerán sobre el plato de ducha como una rendición. Por eso debe ocultarse, sabe que su debilidad no es algo que pueda mostrar. Ella, igual que yo, forma parte del antiguo sexo débil, de esa ofensa para el género y el desarrollo profesional, esa ofensa que estamos intentando eliminar entre todos. La debilidad debe morir; al menos en el trabajo, donde debe imperar la igualitaria selección natural entre los fuertes. Eso es lo justo y lo bueno".