17/03/2018

"Almuerzo sobre un rascacielos" y trabajo decente.

La fotografía “Almuerzo sobre un rascacielos” (1932, anónimo),es una de las más vistas, solicitadas y difundidas de nuestro tiempo. La he visto en multitud de lugares, y, es más, en mi entorno profesional, tanto en despachos de académicos como de abogados, y tanto si se dedican a defender trabajadores, como si lo hacen solo para empresas.

Lo cierto es que a mi esta foto nunca me ha acabado de gustar. Desde luego parte de una idea original al tomarse en los ya incipientes rascacielos neoyorquinos, a más de 200 metros de altura, donde unos albañiles posan de forma desenfada y en algún caso hasta alegre, desafiando al vértigo. Tal vez sea yo quién sufra al verlos, y por eso sienta un escalofrío al valorarla, aunque también puede que sea por deformación profesional: al mirar la foto, me pongo enfermo al ver la absoluta falta de medidas de seguridad que protejan a los trabajadores ante una fatal caída, es decir, ¡constato la inexistencia de cualquier atisbo de Derecho del Trabajo en la imagen!

Por esa razón, y para conocer más sobre el proceso de realización de la fotografía, hace pocos días decidí asistir a una sesión de un curso sobre arte, realizado por la Pr. Veronique Michel, agente del Museo del Louvre, cuyo objeto era analizar y debatir sobre Almuerzo sobre un rascacielos.

La ponente nos explicó entre otras cosas de interés que la fotografía está tomada en el proceso de construcción del Rockefeller Center, que finalizó en 1940, así como las ideas que tenía este empresario multimillonario respecto de su obra faraónica vertical. Respecto de los obreros, 11 en total, que aparecen en la foto, la Pr. Michel nos habló que aún permanecen en el anonimato (así como también el fotógrafo que la tomó),aunque sí se sabe que son inmigrantes.

Este carácter es de interés. Cuando he mostrado esta foto a mis estudiantes de la optativa “Siniestralidad laboral: prevención de riesgos laborales”, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Girona, casi todos hacen referencia a la falta de cuerdas que sostengan a los obreros (y añado yo al fotógrafo, al que no  quiero imaginarme haciendo equilibrios para captar la imagen al mismo tiempo que protege su vida); alguien ha llegado a comentar que no habían mujeres, buena aportación que nos sirve para hablar de la persistente discriminación por razón de género en determinados trabajos, pero nadie se para a  pensar que los trabajadores de la foto sean inmigrantes en EEUU, en particular italianos e irlandeses, tal vez, porqué sean blancos y muy parecidos a nosotros. El ejercicio de trasponer esa particularidad de la foto a muchos extranjeros que trabajan aquí, pero con otro color de piel o etnia, sirva para concienciar también sobre los riesgos laborales que corren aquí, que pagan con una tasa de siniestralidad superior a los autóctonos.

De hecho, hace pocos días miraba un documental de la cadena ARTE, de la Televisión francesa, en la que se hablaba que en aquel primer tercio del s. XX, de cada 5 trabajadores en la construcción de rascacielos, morían 2; eso significa que de los 11 de la fotografía objeto de comentario, hipotéticamente podían acabar matándose algo más de cuatro!

Si es así, ¿a qué el desenfado, la tranquilidad, de los trabajadores en la foto? Al margen de que los fotografiados estén posando siguiendo órdenes precisas del fotógrafo, la idea que emergió en la sesión a la que asistí fue que estaban contentos porque, al menos, tenían trabajo. Se habló que, con la crisis del 29 del siglo pasado, millones de trabajadores y familias quedaron en desempleo, accediendo a situaciones de extrema pobreza. Entre otras iniciativas políticas que miraron de paliar esa situación, destacó la del New Deal del Presidente Roosevelt (que accedió al cargo justamente en el año en que se hizo la foto),pero en todo caso, el hecho de que esos trabajadores inmigrantes, habiendo marchado de sus países en busca de un futuro mejor, se encontrasen trabajando en un país con una crisis social importante, fue vista como la causa que aparecieran alegres en la foto. Se trataría de la idea, oída aquí hace años, que más vale trabajo sin derechos, que derechos sin trabajo.

Aunque asumo el motivo de la alegría de los trabajadores, no puedo estar de acuerdo en que deba festejarse el hecho de tener trabajo sin el reconocimiento de unos derechos mínimos (a la vista sale el de seguridad y salud). Quién esto afirma publicó hace un año justamente el libro Trabajo decente e inmigrantes en España.

El principio de trabajo decente, es decir, tal y como defiendo en mi trabajo de un trabajo digno, debe ser reconocido y aplicado en cualquier empleo, siendo además un objetivo de desarrollo sostenible como al efecto ha sido aprobado por Naciones Unidas, como medio para la erradicación de la pobreza.

En el marco de ese principio, la seguridad y salud en el trabajo resulta una cuestión especialmente importante para el colectivo de inmigrantes, de hecho, en mi libro defiendo el fortalecimiento de aquellos deberes empresariales donde más se juega la eliminación de factores de riesgos para aquellos: la evaluación de riesgos, la formación e información en la dotación y uso de equipos de trabajo y de protección individual y la vigilancia de la salud.

En todo caso, que disfrutéis de la foto. Me gustaría saber que fue de esos 11 (y quién fue el fotógrafo que nos dejó esa imagen para la posteridad),esperando que salieran vivos del Rascacielos de Rockefeller.

 
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