03/12/2018

Empleo y condiciones de vida en la UE. Perfil de España.

Empleo y condiciones de vida en la UE. Perfil de España.

El objeto de esta entrada es analizar los datos de empleo y desempleo que se están registrando en Europa, y en particular en España. El origen está en los informes que está preparando la Unión Europea para fijar las orientaciones políticas sobre el mercado de trabajo para el año 2019.

El pasado 21 de noviembre, la Comisión Europea publicó unos trípticos muy interesantes sobre datos clave del mercado de trabajo en Europa, así como un borrador de Informe conjunto de la Comisión Europea y el Consejo sobre el Empleo 2019.

Además, entre esos documentos se incluyen unos diagramas muy didácticos sobre las valoraciones que la Comisión Europea hace del cumplimiento por los diferentes Estados miembros de los Indicadores sociales de seguimiento del Pilar Europeo de Derechos Sociales. Se trata de un total de 14 indicadores sociales que se agrupan en tres grandes bloques: igualdad de oportunidades y acceso al mercado de trabajo (que incluye indicadores como educación, igualdad de género, etc.); mercados de trabajo dinámicos y justas condiciones de trabajo (con indicadores como estructura del mercado de trabajo, ingresos, etc.); y soporte publico, protección social e inclusión (con indicadores como sanidad, aprendizaje digital, etc).

En las siguientes líneas voy mostrar cómo la Comisión Europea valora el cumplimiento de estos indicadores por parte de España. El tipo de evaluaciones que hace la Comisión, tanto respecto de nuestro país como del resto de Estados miembros, del grado de ajuste a cada indicador incluye las siguientes valoraciones: 1. Mejor agente o actor; 2; Mejor que la media; 3; Bien, pero a controlar; 4. En la media; 5. Débil, pero mejorando; 6. A vigilar; y 7. En situación crítica.

1. Sobre empleo. Grupos que mejoran su situación. Tipos de empleo.

Un total de 239.3 millones de personas están empleadas en el cuarto trimestre del 2018, es decir un 73,2% de la población entre 20 y 64 años, cuando en el año 2008 ese porcentaje solo llegada al 70,3%. Esto significa que la Unión Europea va camino de conseguir la tasa de empleo del 75% prevista en su Estrategia 2020.

Pese a esa evolución positiva, la otra cara de la moneda es la sustancial disparidad en tasas de empleo entre los Estados miembros de la UE. Según el borrador de informe que acompaña a esas cifras, aún hay mucho margen para mejorar, en particular para aquellos países que están lejos de los objetivos previstos en la Estrategia 2020. España, con una tasa de empleo del 65.5 en 2017, está entre ellos. De hecho, la valoración que se hace desde instancias europeas respecto del cumplimiento por España del Indicador del Pilar Social relativo a la tasa de empleo es de “situación crítica”.

Por otra parte, también se ha de subrayar que los beneficios del incremento del empleo residen más en relación a las personas empleadas que no en las horas trabajadas: es decir el número de horas trabajadas no ha vuelto a los niveles del 2008; esto puede explicar otro dato, que es que las personas empleadas lo son cada vez más en contratos a tiempo parcial involuntarios (es decir, aquellos donde el personal contratado quisiera en verdad trabajar más),donde se ha alcanzado la cifra de 1.3 millones. El borrador de informe que estoy comentando advierte que con ello se demuestra una persistente debilidad del mercado de trabajo.

En relación a la creación de empleo, los principales grupos beneficiados han sido las mujeres, los trabajadores de edad y las personas altamente cualificadas.

Por lo que hace a las mujeres, se ha de hacer notar en todo caso que la brecha de empleo por motivos de genero se mantiene alrededor de los 11.5 puntos porcentuales (79% de los hombres están empleados frente al 67.5% de las mujeres),estado España en la media pedida por la Unión Europea en el cumplimiento de este indicador del Pilar Social (en nuestro país, el 11.9%). También como dato positivo relativo a toda la UE, la brecha salarial tiende a la reducción, ya que del 17.1% en 2010 se pasó en el 2016 al 16.2%.

En relación a la tasa de empleo de los trabajadores de edad (55-64 años) se produce un incremento sostenido desde el 2008 (donde se constató una tasa de 45.5%),llegándose al segundo cuatrimestre de 2018 al 58,6%.

Por el contrario, el nivel de empleo de las personas con cualificaciones bajas está aún por debajo de los niveles pre-crisis de 2008, y permanece 30 puntos también por debajo de los altamente cualificados.

En este marco, se ha de decir que las personas que abandonan la escuela sigue una tendencia a la baja, ya que si en 2008 era del 14.7%, en el 2017 es del 10,6%. En este aspecto, la valoración que se hace desde instancias europeas respecto del cumplimiento por España del Indicador del Pilar Social relativo a personas que abandonan prematuramente el sistema escolar es de “situación crítica” ya que en el año 2017 alcanza el porcentaje de 18.3%.

En este marco, sobre la población NINI (NEET en inglés),es decir, jóvenes que ni trabajan, ni se encuentran en el sistema educación ni se forman, en el 2008 la cifra esta del 10,9%, en el 2015 subió al 12%, en el 2016 disminuyó levemente al 11.3%, quedándose en el 2017 otra vez en el porcentaje de 2008: el 10.9%. Por lo que hace a España y su cumplimiento del indicador del Pilar Social en relación a las personas en situación de pobreza y de exclusión social, la UE la valora como débil, pero con posibilidades de mejora (13.3%).

Una cuestión que merece destacarse en los documentos publicados por la UE es, por una parte, la estabilidad alcanzada en las formas atípicas de trabajo, pero, por otro lado, el alto grado de segmentación laboral que permanece como una cuestión a solventar en numerosos Estados miembros.

Por lo que hace al primer asunto, el nivel de contratación temporal no ha cambiado significativamente en estos últimos años, alcanzado un 14% de media. En todo caso, en muchos países de la Unión, la combinación de altos porcentajes de contratación temporal, con lentas transiciones hacia contratos indefinidos es sintomática de una dualidad en el mercado de trabajo. Esto es un motivo de preocupación ya que los trabajadores atípicos experimentan una menor calidad de trabajo y tienen una elevada probabilidad de riesgo de ser trabajadores pobres. Además, los informes reconocen también que alrededor de un cuarto de los trabajadores autónomos en la UE pueden ser calificados como vulnerables.

2. Desempleo. Diversidad entre Estados miembros de la UE.

En relación a los datos de desempleo entre personas de 15 a 74 años, en el tercer cuatrimestre del 2018, la tasa es del 6.8% con tendencia al descenso (de hecho, del 2008 con un 7% de paro, se pasó en el 2016 al 8,6%). En todo caso, en la Eurozona, la tasa de desempleo está en el 8,3% en el segundo cuatrimestre del 2018, aún un punto porcentual más alto que el nivel mínimo alcanzado en el 2008.

Además, como pasaba con el apartado anterior sobre el empleo, hay países como Grecia, España, Italia, Croacia y Chipre que tienen niveles de desempleo particularmente altos (el borrador de Informe fija en España el 17,2% en 2017). En el marco de este indicador del Pilar europeo de Derechos sociales, España mantiene una posición débil, pero según la UE, con visos de mejora.

Por lo que hace referencia al desempleo de jóvenes, las estadísticas demuestran que se ha conseguido rebajar su porcentaje al 14.9% en el tercer cuatrimestre del 2018. Se ha de pensar que en el 2016 se había llegado al 18.7%. De hecho, la cifra de desempleo joven está por debajo del 2008, cuando era del 15,6%.

Por lo que hace al desempleo de larga duración, en el 2008 la cifra era del 15.6%, habiendo bajado en el segundo cuatrimestre del 2018 al 3%. En este punto, España tenía en el 2015 un 11.4%, en el 2016 un 9.5% y en el 2017, 7.7%. Por esta razón, tanto evolutiva como cuantitativa, la Comisión sitúa a España en materia de paro de larga duración como un actor débil, aunque con posibilidades de mejora.

3. Pobreza. Toca actuar en España.

Sobre la población en riesgo de pobreza o exclusión social, en el 2017 se constata cierta disminución desde el 2010 hasta alcanzar en el 2017 al porcentaje de 22.5%. Este riesgo afecta particularmente a niños, personas con discapacidades y personas de origen migrante. Por lo que hace a España, que en este factor alcanza el 26.6%, la UE la valora como débil, pero con posibilidades de mejora.

Este dato debe leerse con tranquilidad y reflexión: más de un cuarto de la población española está en riesgo de pobreza o exclusión social. Los agentes institucionales, sociales y políticos deben tomar buena nota de ello y actuar en consecuencia. Desde luego, viendo esto se abre camino a una palingénesis aún más intensa de lo vivido a partir de 2008, en caso de recaída, o resurgimiento, de una crisis económica.

Lo anterior debe ser leído en atención a otro indicador, a mi modo de ver, de fundamental importancia para amortiguar la pobreza, cual es el impacto que sobre ella tienen las transferencias sociales (al margen de las pensiones). La conclusión, de carácter ciertamente negativo, es que dicho impacto está reduciéndose progresivamente: si en el 2010, el porcentaje de pobreza antes de la transferencia era del 26,1%, y después de recibirla se bajaba al 16,5%, en el 2017, el porcentaje de pobres antes de obtener apoyo social del 25%, pasa al 16,9% después de recibirlo (es decir, solo baja un 8,1%).

En otros términos, más visibles, el impacto que las transferencias sociales tienen en lap pobreza va disminuyendo en Europa (en 2015 de un 33.7 al 32.4 en 2017),mientras en España también se reduce del 26.6% al 23.9%. Quienes peor están, valorándose como actores en situación crítica son Bulgaria, Grecia, Rumania, Letonia o Italia (por ejemplo, está último con un impacto solo del 18.4%).

Por cierto, en relación a las pensiones, el Informe advierte que, en un contexto de aumento de la esperanza de vida, las pensiones necesitan adaptarse; la fase de vida laboral empieza más tarde y se hace más largas, mientras la gente vive más tiempo en general. En este sentido, el Informe señala que además de la reducción de la pobreza y la situación de los ingresos, la tercera dimensión relevante en este bloque de indicadores basados en la protección social y las políticas públicas, ha de ser la duración de la jubilación, más en España, país que es de los pocos en superar la franja de los 85 años. De interés es el dato que expresa el borrador de informe que estoy reseñando, según el cual la ratio entre el tiempo de jubilación y el tiempo empleado para trabajar promedia el 51% en la UE (es decir, que la duración del trabajo supera al tiempo de jubilación en un 51%

Por otra parte, la desigualdad de ingresos (es decir, la ratio de ingresos del 20% más rico en comparación con el 20% más pobre),está subida a un 5.1%, más que el 4,9% que se detectaba en el 2010. España está entre los países que en relación a este indicador del Pilar Social está en una “situación crítica” al alcanzar un 6.6%.

En este marco, la documentación que publica la UE que acompaña estos datos advierte de varias cuestiones de interés: en primer lugar, que pese a que el índice de ingresos en el hogar familiar está subiendo progresivamente desde un 100% en el 2008, a un 103,4% en el 2017, en numerosos países la cantidad disponible per cápita permanece por debajo de los niveles pre-crisis de 2008, y además, que los ingresos derivados de la recuperación económica en estos últimos años han alcanzado a los hogares de forma muy limitada. En este sentido, en España, poniendo como referencia el 2008 que se hace equivaler a 100 como índice per cápita, la cantidad per cápita se mantiene aún por debajo, en un 94.3%. Además, se advierte que los salarios reales bajaron en el 2017 aunque parecen haberse recuperado algo en el 2018. En este marco, se añade que el establecimiento de salarios mínimos supone un revulsivo para mejorar las condiciones del mercado de trabajo, desarrollo que es importante ante la persistencia de importantes porcentajes de pobreza laboral en un número importante de Estados miembros.

4. En lo que España parece que va mejor.

En definitiva, pese a las mejoras registradas a nivel europeo en algunos de los datos manifestados, la sensación que queda, sobre todo para el lector español, es un regusto amargo y que aún queda mucho por solucionar en relación a los indicadores de seguimiento del Pilar europeo de Derechos sociales.

Como hemos visto, España no sobresale en ninguno de ellos. Sólo está “mejor que la media” en los siguientes indicadores:

-Cuidado formal de la infancia menor de 3 años. De hecho, en relación al marco europeo, por lo que hace al porcentaje de infancia menor de 3 años en guarderías o entidades de cuidado institucional o formal, el porcentaje ha subido del 28% en el 2010 al 32.9% en el 2016.

-Sobre el tanto por ciento de población con necesidades médicas de examen o tratamientos médicos no satisfechos, va descendiendo progresivamente del 3,1% del 2010, al 1.6% del 2017 (y en España, a un simple 0,1%).

Y por lo que hace a los siguientes apartados, España está solo en la media:

-Nivel individual de competencias digitales. De hecho, la UE señala que en el marco europeo el porcentaje de personas con competencias digitales básicas sigue subiendo, habiéndose alcanzado en el 2017 la cifra del 57% (y en España el 55%).

-Ingresos netos de los trabajadores a tiempo completo solteros y sin hijos que ganen un salario medio. España se sitúa entre los países de cabeza con un aumento progresivo desde 2014 con 21.999€, 2015 con 22.584€ y 2026 con 23.077€. La cuestión está en lo que me dicen algunos amigos y amigas, sobre todo jóvenes, que cumplirían con las condiciones del indicador, que me recuerdan que lo que ganan apenas les da para pagar alquileres y gastos de consumo básicos. Lo que es lo mismo, este indicador no se puede leer por si mismo, sino en relación a lo que se ha dicho anteriormente sobre la perdida de cantidad per cápita disponible e ingresos de los hogares.

 
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